29 de octubre de 2014

8 cosas que no voy a echar de menos de París

Esta mañana yendo al trabajo en bici, he tenido un altercado / semi-accidente con un coche. No preocuparsen, solo ha sido un pequeño golpe del manillar contra la puerta porque la señora "llevaba mucho rato queriendo salir del coche" y no ha mirado por el retrovisor -o si ha mirado y me ha visto le ha dado igual. El caso es que yo (más bien el manillar) me he comido la puerta del coche y he obtenido como respuesta a mi grito de pánico un "lo siento" sin apenas mirarme y casi enfadado, como si fuera mi culpa. Así se vive en París: alguien te "atropella" y, como tiene prisa, ni siente el hecho de haberte hecho daño...

De esta reveladora experiencia me he dicho que, sin duda alguna, no voy a echar de menos la falta de educación de los habitantes de París (ya comenté por aquí que primero te empujan y después se disculpan). Hay muchas cosas estupendas en esta ciudad, por supuesto, pero después de esta mañana se me han ocurrido 8 que no lo son tanto y que no voy a echar de menos cuando me vaya.

Paris, je t'aime... ou pas
La "educación"
Me da la impresión de que los franceses, y los parisinos, creen que son educados porque utilizan las palabras "disculpe", "por favor" y "gracias" todo el tiempo. Sí, las utilizan todo el tiempo y hablan muy correctamente, pero faltando al respeto con su tono y sus acciones: empujones, insultos, miradas asesinas, cortar la palabra del interlocutor con un "bonne journée" que te duele como una bofetada... La educación es algo muy subjetivo.

Heeeeuuu, maaaiiis, bah, ben, écouuuute, j'sais pas, pffff
¡Utilizad más palabras y menos onomatopeyas! ¡Aaargh! La mayor parte del tiempo no me importa, pero cuando tienes en el metro a un par de amig@s presumiendo de yo qué sé y repitiendo cada dos palabras las expresiones "heeeu, pfff, ben, tu vois? bah, j'sais pas mooiii"... ¡ganas de matar aumentando!

Las compras en fin de semana
Nunca voy de compras durante el fin de semana, pero si por casualidad paso por algún sitio con tiendas... ¡me pongo de los nervios! Tanta gente con bolsas, empujando, haciendo cola, yendo de aquí para allá... No hay apenas sitio para moverse.

Las colas
Foto de deanoworldtravels.wordpress.com
Este punto debería estar más arriba... y es que en París se hace cola para todo. ¿Que hace bueno y quieres ir a tomar un helado a la Isla St Louis? Muy bien, pero otros 500 parisinos querrán lo mismo y el tiempo que pases en la cola será el triple del que tardes en comerte el helado. ¿Que es el primer domingo de mes y quieres ir al museo (porque es gratis)? Pobre iluso, más te valdría pagar la entrada y no esperar 3h en el frío polar... ¿Que quieres ir a ver una película al cine? Pues no te lo pierdas porque ¡hasta para entrar a la sala se hace cola! Siempre lo he dicho: si numeraran los asientos estas cosas no pasarían... Por supuesto, de las colas típicas ya ni hablamos (Louvre -algún día os revelaré una puerta "secreta" por la que accedes en un plis-, Notre Dame, Torre Eiffel...).

Los "gorilas"
O porteros de bar y discoteca. En algunos lugares serán necesarios, pero aquí son más un filtro que otra cosa: tú no estás bien vestido, fuera; tú no cumples con el perfil de la discoteca, fuera; tú estás disfrazada muy fea, o pagas entrada o fuera (esta última basada en hechos reales y vivida en carnes propias - fue para Halloween, no penséis que voy disfrazada a todas horas, esto no es Inglaterra).

Las connotaciones o nuances del francés
-¿Vas a venir a tomar algo esta tarde?
-En principio sí.
Esto quiere decir que: puede que sí, puede que no; pero si al final no aparezco por allí, no me lo eches en cara porque ya te dije que "en principio". Y de este estilo tenemos un millón de fórmulas imprecisas que quieren decir todo y nada pero que te cubren las espaldas. En Francia no se puede decir eso de "hablando se entiende la gente"...

Las prisas
En París todo el mundo parece llegar tarde siempre, porque sino no me explico cómo puede molestar tanto a alguien quedarse fuera de un metro en el que iría embutido, ni cómo se puede reaccionar con tanta violencia (sobre todo verbal) o bufando como un gato a cualquier individuo inocente que te haga tomar un pequeño desvío en tu ruta (y por pequeño desvío me refiero a moverte 5 cm más a la derecha para no chocarte con alguien que viene de frente). ¿Cuánto tiempo has perdido, eh, eh? ¡Haber salido antes de casa y déjanos vivir tranquilos!

El metro
No solo por el transporte en sí mismo -que también (mal olor, demasiada gente, puertas asesinas al cerrarse, vida subterránea...)- sino por el mal rollo que se respira en el ambiente a veces. Una vez incluso vi a una mujer pegar un bolsazo a un hombre y después utilizar su paraguas como escudo para protegerse del contraataque...


Obélix siempre decía que 'estos romanos están locos', pero ¿seguro que no eran los franceses los locos?
Ils sont fous, ces parisiens !

24 de octubre de 2014

Trucos para no facturar el equipaje de mano (con Ryanair) ni pagar exceso de peso

¿Cuántas veces os ha pasado? Estáis haciendo la cola para embarcar y lleváis vuestra maleta de mano y vuestro bolso o mochililla (porque esto se supone que no cuenta como equipaje de mano), cuando de repente llega una azafata (de Ryanair, Easyjet y compañías por el estilo) y os dice "¡Sólo un bulto por persona! Tienes que meter el bolso en la maleta". Oh oh. ¿Meter el bolso en esa maleta de mano que ya va a tope y has tenido que sentarte encima para cerrarla? Imposible. Pero la otra opción es facturar esa minimaleta por 40€ o 50€ y ¡a eso sí que te niegas en redondo!

Parece ser que en estos últimos tiempos la compañía de Ryanair se ha calmado un poco al respecto y ahora sí dejan llevar una maleta de mano (que no exceda las medidas 55 cm x 40 cm x 20 cm) más un bolso pequeño (35 x 20 x 20 cm). Ya no piden a cada pasajero que meta su mochila o maleta en esos famosos cajones donde la maleta entra a trompicones y se necesita la ayuda de 3 personas para sacarla después... Pero como nunca se sabe y unos truquillos siempre vienen bien, os dejo un poco del conocimiento que adquirí durante mis años mozos viajando y sufriendo con la restricción de medidas, peso y cantidad de equipaje de mano impuesta por Ryanair.

1. Viajar con lo necesario
Primera regla: en las compañías Low Cost son muy pelmazos con el exceso de equipaje, lo sabemos. Pero aún así intentad llevar lo menos posible en la maleta y organizar esta para que quepa la mayor cantidad de ropa posible.

2. Llevar puesto lo que más abulte y pese 
Esto es: el jersey más gordo que os llevéis, las botas (aunque no es muy cómodo viajar con ellas), los vaqueros (pesan más que los pantalones de tela), la sudadera, el abrigo... Todo encima.

3. Viajar en modo cebolla 
Camiseta de manga corta, camiseta de manga larga, chaquetilla, jersey, sudadera, abrigo, bufanda, calcetines, botas. Cuanto más llevéis puesto... ¡más espacio en la maleta!
Michelin, el primer pasajero que adoptó
el método cebolla para viajar con Ryanair
4. Dejar espacio en la maleta
Esto es fácil decirlo pero no siempre es posible hacerlo. Siempre nos parece que "el bolso ya cabrá" y al llegar a la puerta de embarque... ¡sorpresa! No entra. Ya lo dicen las madres: más vale prevenir.

5. Utilizar el abrigo para tapar el bolso adicional
Si no me habéis hecho caso en el punto 4 y lleváis la maleta de mano y el bolso, y os dicen que nanay, que solo un bulto, sabed que hay varias soluciones. La primera es que, si lleváis un abrigo o chaqueta, os lo echéis al brazo con el que sujetáis el bolso de manera que este lo cubra. Parece mentira, pero os juro que a mí me funcionó todas las veces que lo hice con Ryanair. Tan solo hay que disimular para que no se note que hacéis un esfuerzo físico excesivo sujetando un "simple" abrigo.

6. "Ponerse" la maleta
La otra opción es, claro está, hacer hueco en la maleta de mano para que quepa el bolso. El problema es que la mayoría de las veces tanto la maleta como el bolso están a tope. Hay que adoptar medidas desesperadas (y no aptas para vergonzosos): ponerse más ropa encima. Sí, ya sé que habréis adoptado mi punto número 3, vais en modo cebolla y pesáis 4 kilos más que de costumbre... Pero siempre, siempre, podemos ponernos más ropa. ¿Cómo? Los vaqueros que pesan y ocupan en la maleta: utilizad las perneras para atároslos a la cintura (como si fueran un jersey); lo mismo con los jerseys: atados a la cintura; si lleváis pañuelos y bufandas: todos al cuello; ¿que viajáis con una plancha de pelo o secador que pesa y ocupa? ¡al bolsillo!; la cartera (la mía en particular es muy grande y pesada): en la mano o bolsillo; el libro que os pareció una buena idea llevar y es muy gordo: en la mano; la cámara de fotos: colgada al cuello, en un bolsillo o agarrada por el cinturón... Seguro que así hacéis hueco suficiente como para meter ese bolso de más. Eso sí, intentad cubriros lo máximo posible con el abrigo para que no se note vuestra extravagancia (no vaya a ser que no os dejen pasar, no por raros, sino por ir de listillos).

7. Llevar riñonera
Ocupa menos que un bolso y, aunque no caben tantas cosas, es más fácil cubrirla con la ropa que se lleva encima. Puede veniros muy bien para no tener las manos llenas con la documentación, la cartera...

¿Quién no conoce las temidas cajas de Ryanair?
Foto de http://www.ocholeguas.com/
8. Viajar con una mochila
(En lugar de una maleta de mano). He comprobado que sospechan menos de ti si llevas una mochila en vez de una maleta. Deben pensar que entran menos cosas o que son más pequeñas (lo cual no es necesariamente cierto), así que pasan un poco más de ti y no te acosan tanto como a otros para que metas la mochila en la "jaula de las medidas". Además, una mochila es más blanda por lo que será más fácil redistribuir el contenido y embutirla en la jaula en caso de que te lo pidan. Eso sí, cuidadín con la caja de cartón (no la de hierro) porque ésta da más problemas cuando llevas mochila: la caja debe entrar y salir perfectamente y sin deformarse... pero en la mochila, al ser más blanda, el peso se va abajo haciendo un bulto efecto barriga, lo cual facilita que la caja de cartón se deforme.

9. Meter la maleta en la jaula con las ruedas hacia arriba
Entra mejor, no corréis el riesgo de que éstas se rompan y las azafatas no tendrán duda de que cumple las medidas. Aunque seguramente necesitaréis ayuda para sacarla...


Aprovecho para recordaros que el límite de peso para el equipaje de mano es de 10kg (con Ryanair). También es cierto que rara vez pesan las maletas de mano, por lo que en este aspecto se tiene un poco más de libertad. Pero no os confiéis porque sí lo hacen en algunos aeropuertos, como en el de Charleroi, Bélgica (el único donde me la han pesado hasta la fecha).


Con estos trucos ya estáis preparados para burlar las restricciones viajar con Ryanair. Es posible que paséis algo de calor si vais como cebollines, pero en el avión podréis despojaros de todas vuestras capas... ¡sin haber pagado una facturación adicional!

Y vosotros, ¿tenéis algún otro truco?

(Puede que algunas consignas parezcan una locura, pero todo lo relatado está basado en hechos reales y se ha probado su eficacia en diferentes ocasiones.)

21 de octubre de 2014

Guía para el futuro parisino: aprovechar el sol

En esta segunda entrega de mi guía para el futuro parisino he querido centrarme en un aspecto primordial que se debe conocer cuando llevas un tiempo viviendo en París: ¿dónde puedo ir para aprovechar los días o momentos de sol? Puede que no veáis la utilidad a este apartado si nunca habéis vivido en un país cuyos días soleados se cuentan con los dedos de una mano (qué exagerada...). Pero si, como yo, os habéis vuelto météo-dependientes (¿eso qué es lo que es?) seguro que esta guía os será de mucha utilidad.

- Empezamos con los tópicos típicos clásicos: con vistas a la torre Eiffel. Todo el mundo conoce la respuesta, ¿no? Los Campos de Marte ofrecen las mejores y más cercanas vistas a la Dama de Hierro y es un "imperdible" los primeros meses de vida parisina, pero una vez pasada la fase "alucino, ¡vivo en París y hago botellón frente a la torre Eiffel!", se suelen preferir otros rincones más tranquilos. Entre mis preferidos están la terraza del Palais de Tokyo, donde además de las vistas al Sena y a la torre podéis aprovechar para visitar el museo; o mi imperdible number one, cuyo mirador es uno de los lugares más románticos de París: el parque de Belleville, tan tranquilo como pequeño y situado en un barrio poco turístico pero de los más interesantes (y, en mi opinión, bohemios) de París.
Los quais al principio de la Isla de
la Cité tienen vistas fabulosas a la
Torre Eiffel y el Pont des Arts

- A orillas del Sena: cuando hace sol y buen tiempo, a los parisinos les gusta reunirse a orillas del Sena para hacer picnics y apéros. La oferta de lugares es tan larga como el río mismo, pero los más populares suelen ser Les Bergers de Seine (que están recién sacaditos del horno, pues fueron abiertos al público el verano de 2012, si no me equivoco, y que abarcan desde el Pont de l'Alma hasta el Museo de Orsay), los quais de la Isla de la Cité, al principio de esta o en sus laterales, los de la Isla Saint Louis, o el quai Saint-Bernard, que va desde Notre-Dame hasta pasado el Instituto del Mundo Árabe (frente al cual se pueden bailar salsa, rock, tango y hasta danzas bretonas en verano).

- En el centro de la ciudad: aquí tenemos una amplia gama de destinos, favoritos de turistas y parisinos. Los más conocidos son: el Jardín de Luxemburgo, que cuenta con las típicas sillas verdes (que pesan un quintal) por las que los parisinos "se pelean" y en las que se acomodan para leer o charlar, está decorado con estatuas neoclásicas, es sede del Senado, tiene un amplio césped para tumbarse, acoge a viejitos jugando al ajedrez y esconde una fuente la mar de romántica.
Fuente Médicis, Jardin de Luxembourg


Jardin del Palais Royal
Con un estilo parecido tenemos el Jardín de las Tullerías (Jardin de Tuileries), lugar que antes ocupaban fábricas de tejas y que hoy se ha convertido en un parque muy frecuentado por estar frente al museo del Louvre y tener vistas a la plaza de la Concordia y los Campos Elíseos; además alberga el museo de la Orangerie y queda a dos pasos del museo de Orsay. Si estáis paseando cerca de Notre-Dame, podéis también aprovechar el sol y reposaros en la plaza detrás de la catedral (en primavera es especialment bonita, con los árboles en flor) con unas magníficas vistas de esta. Pero si preferís algo más tranquilo donde los carteristas sean menos abundantes, os recomiendo el jardín del Palais Royal: parece mentira, pero justo al lado del Louvre y detrás del Palais Royal y la Comédie Française hay un jardín la mar de mono en el que se puede estar tranquilo y apenas oír los coches. Yo llamo a este tipo de jardines o plazas "oasis urbanos", si me hacéis caso y los visitáis descubriréis por qué.

En Montmartre. Otro clásico que nadie debería perderse son las escaleras y el jardín a los pies de la Basílica del Sacré Coeur, con una de las mejores vistas de toda la ciudad y que es lugar de reunión para turistas cansados, vendedores de bebidas frías, artistas y músicos callejeros y hasta un futbolista equilibrista. Pero si tenéis miedo de perder vuestra cartera, os aconsejo "mi lugar secreto" y más favorito: rodead la basílica hasta llegar a un pequeño jardín en la rue de la Bonne. Chissst, que no se corra la voz ;-)
Vistas desde la plaza "secreta"
Con glamour: habéis terminado de gastar vuestros ahorros en el último bolso Vuitton comprado en los Campos Elíseos y estáis exhaustos de caminar los 2 km de dicha avenida... ¿Qué mejor que tumbarse a la bartola en el césped frente a los Inválidos? Pasad el puente de Alexandre III, uno de los más bonitos de la ciudad, y disfrutad del sol con vistas al Grand y Petit Palais. Si no estáis lejos del Arco del Triunfo, también podéis pasaros por el parque Monceau, en pleno barrio rico. Pero si el césped no es lo suficientemente chic para vosotros, siempre podéis descansar de vuestras compras en la terraza del Petit Palais: ¡venga! si tenéis dinero para un bolso Vuitton o un brazalete Cartier, sin duda podréis permitiros el precio de un café (además la entrada es gratis si tenéis menos de 25 años y sois europeos).

Place des Vosges
- En oasis urbanos (¡cuidado! aquí  os revelo algunos de los mejores lugares de París, ¡tratadlos con el cariño que merecen!): tenemos dos magníficos al lado de la plaza de la Bastilla. Sí, con lo ajetreada y ruidosa que es siempre, no ha podido ganar la batalla contra la Place des Voges, donde la calma reina ajena al emplazamiento que ocupa. Además de relajaros como un verdadero parisino, escuchando a los músicos callejeros que tocan bajo las arcadas de la plaza, podéis aprovechar para visitar la antigua casa de Víctor Hugo, que vivió en uno de los apartamentos que rodean la plaza. La Coulée Verte comienza en la Bastilla, pero tal vez os haya pasado desapercibida porque está en las alturas: ocupa la antigua red ferroviaria de TGV y va desde Bastilla hasta el Bois de Vincennes. También se encuentran sobre las antiguas vías de tren que rodean el 18e arrondisement los jardines compartidos, caminos y terrazas de la petite ceinture: igual que la Coulée Verte pueden pasar inadvertidos porque, esta vez, hay que mirar hacia abajo para darse cuenta.

- Rodeado de agua. Es posible tomar el sol cerca del agua sin tener que ir a orillas del Sena (ya estáis hasta la coronilla de clichés). De hecho, muchos parisinos prefieren acomodarse a los lados del Canal Saint-Martin (que, por cierto, es donde Amélie Poulin tiraba piedras... para que luego digáis que no os llevo a sitios famosos) o del Canal del Ourq, donde además se puede jugar a la petanca (en Francia no es deporte de viejos), hacer equilibrios en una cuerda entre dos árboles o tomar algo en un bar súper mega guay del que hablaré otro día. Por cierto, en el parque de la Villette también hay mucha agua (y césped), así matáis dos pájaros de un tiro.
Parque de la Villette y Canal del Ourq
- Entre tumbas: vale que en los cementerios no hay mucho sitio para tumbarse a tomar el sol (excepto si llegáis allí tumbados...) pero son tan verdes y bonitos que merecen una visita bajo el sol. Además podéis aprovechar el viaje para rendir homenaje a las grandes personalidades que se encuentran en el cementerio de Montmartre o en el de Père Lachaisse.

- En un parque normal y corriente, que también los hay. Si ya habéis hecho el recorrido de ensueño de todo recién llegado a París, sabed que sigue habiendo muchísimos parques menos turísticos. Entre los más populares tenemos: el parque de la Villette (que incluso tiene cine al aire libre durante el verano) y donde también está, por cierto, la ciudad de las ciencias; el parque de Bercy, muy largo y agradable, con fuentes, puentes y diferentes estilos de jardinería... es de mis preferidos, pero os aconsejo evitarlo en primavera si sufrís de alergia (hay muchísimas flores...); el Jardin des Plantes, donde también se encuentra el museo de historia natural, que queda a dos pasos de la mezquita (en cuya terraza se puede disfrutar de un delicioso té); o mi preferido, el parque de Buttes Chaumont, que lo tiene todo: vistas al Sacré-Coeur, una cascada, colinas, césped en abundancia y buen ambiente.

- En un bosque (al que se pueda llegar en metro). París tiene dos "bosques urbanos": el Bois de Boulogne (conocido porque en la antigüedad -y un poco en la actualidad- había bastante prostitución...), que tiene un gran lago y una enorme extensión para pasear y "picniquear"; y el Bois de Vincennes, que yo prefiero al anterior porque cuenta con un precioso parque floral donde se organizan conciertos de música clásica gratuitos (en septiembre), un jardín de "olores" (con una grand diversidad de plantas aromáticas), un lago enorme (Lac Dausmenil), un castillo (de Vincennes) y no se oyen tantos coches como en Boulogne.
Bois de Vincennes
- "Lejos" de la capital. Imaginad que hoy es un día de esos en los que brilla el sol, queréis hacer un picnic, disfrutar de un poco de naturaleza... ¡y no oír el ruido de los coches! "¿Dónde puedo ir?" os preguntáis desesperados. ¿A un oasis urbano? Ahí no se hacen picnics... ¿A un bosque urbano? Ahí se oyen coches... No os preocupéis, hay una salida y ¡se llama RER! Con él podéis ir a casi cualquier parte. Si optáis por ir hacia el sur, podéis pasar un día tranquilo en el Parc de Sceaux: es gigante, tiene una fuente, un lago enorme, un recorrido del deporte, un recinto con animales (cabras, ovejas...) y grandes explanadas para tumbarse a tomar el sol o jugar a voleibol. Si preferís el norte y no os dejáis engañar por la mala fama de Saint Denis, podréis disfrutar del fabuloso parque de la Isla Saint-Denis, que cuenta con un recorrido tan agradable que inspiró a varios pintores impresionistas, juegos para los niños y muchos kilómetros para pasearse. Otra opción al norte es el parque de Bobigny, al que podéis llegar siguiendo el agradable paseo junto al Canal del Ourq, o incluso en barco (solo en verano). Otra opción un poco más lejos es una excursión a Enghien-les-Bains, en cuyo inmenso lago se puede alquilar una barquita o simplemente sentarse en el embarcadero a disfrutar del solecito.

 
Parc de Sceaux

Con estos lugares estáis más que preparados para afrontar el sentimiento de "madre mía, madre mía, ¡hace sol! ¡Rápido, tengo que salir a aprovecharlo! ¿¡Dónde voy!?" que tal vez desarrolléis después de un tiempo de vida parisina. Ahora que sabéis por dónde empezar iréis descubriendo que hay muchos sitios ocultos en París y otros tantos un poco más alejados del bullicio... ¡A broncearse se ha dicho!

PS: Os preguntaréis por qué un post así en pleno otoño... Pues bien, tenía pensado publicarlo este verano, que ha sido inexistente, y me pareció hurgar más en la herida ya que no ha habido sol ni calor que aprovechar. Pero este mismo fin de semana disfrutamos de dos días enteros a 24°, durmiendo en parques y pensando "dios mío, hace sol, ¡tengo que aprovechar!". Este post ha sido escrito con la esperanza de tener más de esos antes de 2015...

17 de octubre de 2014

El Cagaducha

Cada viaje supone un nuevo descubrimiento y cuando eres joven y no has viajado tanto (porque tus años de vida no te lo han permitido), cada descubrimiento es aún más grande. Lo más básico te parece de lo más extravagante, y lo más extravagante te parece... bueno, te parece que no hay palabras para describirlo. Por ello hacen falta nuevos términos que designen todos aquellos elementos que nos resultaban desconocidos hasta que un nuevo lugar los puso frente a nuestras narices.
Es el caso del cagaducha.

La palabra no deja mucho lugar a dudas, pero por si acaso no llegáis a visualizar qué o cómo podría ser un cagaducha, yo os lo explico: es un lugar donde puedes hacer tus necesidades y ducharte al mismo tiempo. Mis amigas y yo descubrimos el cagaducha en la primavera de 2006, durante el viaje de estudios de Bachiller. Habíamos decidido un trayecto la mar de chulo: aterrizábamos en Italia y a partir de ahí hacíamos un recorrido por toda Austria. No está mal, ¿eh? El plan pintaba bien: primera noche en un hotel 3 estrellas para al día siguiente comenzar por Venecia. ¡Qué de glamour!

[Inciso >> Hoy sé que los hoteles y sus estrellas no tienen la misma relación cantidad-calidad en España y en el resto de Europa. Esto es, un hotel 3 estrellas en España es a menudo la monda lironda (sobre todo cuando eres joven y tus expectativas son bajas), mientras que uno de 4 estrellas en Inglaterra puede apestar a coliflor y tener el suelo cubierto por una moqueta con manchas sospechosas. Por aquel entonces para mí 3 estrellas me recordaban a los hoteles a los que a veces fui con mis padres. Pues bien, en Italia nos pasó que ese hotelazo que la guía turística tan bien nos vendió no parecía tener más de 1 o 2 estrellitas. Lo cierto es que nos daba igual (creo, porque fue hace mucho tiempo y no todos los detalles están frescos en mi memoria) y hasta resultó que este hotel fue el origen de interminables risas. <<Fin del inciso]

Vuelvo a la historia: llegamos a Italia, viajecito hasta el hotel, repartición de camas ("yo quiero arriba", "no te muevas mucho que son literas", etc.) y... primera visita al baño. Acto seguido carcajadas y un "¡venid, venid a ver esto!". Allí nos esperaba, tachán tacháaaaan... ¡el CAGADUCHA! Aquel cuarto de baño era tan pequeño que no había espacio suficiente para que el lavabo, la ducha y la taza del váter estuvieran separadas. Qué de risas y qué de poca intimidad. En el cuarto de baño el lavabo quedaba separado de nuestro cagaducha (que casi hasta nos dio pena abandonar a los dos días) por la cortina de la ducha. Así es que a un lado de la cortina teníamos el lavabo y el espejo, y al otro la taza de váter y la ducha. Estos últimos estaban uno enfrente del otro, por lo que el agua de la ducha caía directamente sobre la taza. Hicimos algunas fotos, pero en ninguna se aprecia tal obra maestra, aunque este chico os lo enseña aquí.

Puede parecer cutre, pero pensándolo bien es un gran invento. ¿Lo hicieron por simples cuestiones de falta de espacio? ¿Fue una técnica para ahorrar papel higiénico? (no se necesita si puedes enjabonarte nada más terminar tus cosillas...) Todavía no lo hemos descubierto, pero lo cierto es que esta creación no ha pasado desapercibida y ya se aprecia en muchos sitios de Europa: en París viví dos años con un cuarto de baño que, si bien no era un cagaducha al 100%, se acercaba bastante; y este verano fue gracias a un cagaducha que pude deshacerme del cansancio (y el sudor) de un largo viaje.
Reíos, reíos, pero yo pienso instalar uno en mi casa, ¡no hay nada más práctico que limpiar todo un cuarto de baño con el mango de la ducha!
Y si no puedo tener un cagaducha, ¡optaré por esta taza!